Después de haber hecho ayer un pequeño recorrido urbano por el Puerto de la Cruz, nos apetece el olor a tierra húmeda y a brezo fresco, por eso hemos decidido darnos una vuelta por los altos de Tegueste, haciendo una ruta distinta a la que ha habíamos hecho anteriormente (La Mocanera). Esta ruta es más corta pero no por eso menos interesante pues pasando por el Barranquillo de Nieto, transcurre por los altos de Pedro Álvarez y Tegueste. Otro cambio fue que no seguimos el itinerario sobre todo el principio, al pie de la letra; pues la guía propone empezar en la Cruz del Carmen, algo que es un poco monótono para nosotros pues ya lo habíamos realizado antes y probamos hacer algo nuevo.
Decidimos coger la guagua de Las Mercedes y bajarnos en la parada antes de llegar a Casa Domingo, donde la carretera se divide en dos y luego vuelve a unirse. Antes de empezar se impone una estiradita de patas, colocar bien la mochila, preparar el bastón para la subida y liberarte de los gases nocivos, tan perjudiciales para el que va siempre en la retaguardia.😉
Comenzamos a subir los escalones de tierra hacia el Lomo del Boquerón hasta llegar al cortafuegos y en vez de cruzarlo, como ya lo habíamos acometido antes, seguimos por él hasta el final (la Hija Cambada) que es el cruce de la carretera al Pico del Ingles con la del Batan y el Moquinal. Luego seguimos a la izquierda por esta última carretera hasta que en una recta vemos al final y de frente una pista de tierra, y la carretera seguía hacia la izquierda. Pues por aquí nos metimos. Esta pista es uno de los cortafuegos que te lleva a la casa forestal y una vez allí hicimos una parada y... ¿Dónde está el famoso cuadrito de energía instantánea? Pues hoy no hay, porque las nenas acabaron con las existencias viendo películas ¡las muy golosas!
Después del pequeño descanso seguimos nuestro viaje. Ahora si seguimos la guía dejando la casa forestal a nuestra izquierda y el lo alto y seguimos por la pista que un poco más adelante va en paralelo con la otra que viene del mirador de Zapata, y que únicamente quedan separadas por una cadena, pero no cambiamos el rumbo, seguimos por la misma que veníamos (la de la derecha) que nos llevó a la carretera del Moquinal, un poco pasado el mirador de Zapata y continuamos por esta siempre por nuestra izquierda y en el arcén para que no haya peligro. Ya todo el camino va a ser en bajada, con lo que se supone puede ser bastante agradable.
Por todo el camino, las chicas comienzan ya a diferenciar un poco las plantas que se van encontrando. Es estupendo ver como mis pequeñas biólogas se enzarzan en descubrir cuales son las diferencias entre el tejo y el brezo, como se conoce a un laurel o a un viñátigo; hasta tal punto que incluso hay unos acalorados debates por las diferencias de opiniones, algo nuevo para ellas y por cierto bastante divertido, es otro aliciente más para seguir haciendo estas escapadas.
Después de un buen rato caminando por la carretera (cosa que particularmente a mí no me gusta) llegamos a un cruce, hacia la derecha se baja hacia El Batan, que por cierto actualmente está interrumpido el paso por obras, solo pueden transitar los vecinos ¡Pobre gente! Y la otra pista sigue de frente hacia El Moquinal y Pedro Álvarez, pues por esta última de cabeza y seguimos adelante, otra vez por carretera pero no nos queda más remedio si no queremos repetir los senderos.
Llegamos al desvío a Pedro Álvarez y nos metemos un poco hasta un claro, desde donde se divisa una preciosa panorámica de la Mesa Mota, un poco de La Laguna y todo el horizonte hasta el Teide y bajo nuestros pies Pedro Alvarez, una vista bastante agradable. Volvemos sobre nuestros pasos y continuamos recto por la pista del Moquinal hasta que llegando a una curva hacia la derecha esta se convierte en una pista de tierra y a nuestra izquierda comienza otra que va a La Orilla. Nos metemos por ésta y vemos que el ayuntamiento o el cabildo están haciendo unos muros con tosca muy acondicionados y plantando en su borde, habían ejemplares de laurisilva. Continuamos y a unos cien metros del cruce nos sale un sendero por nuestra izquierda con un cartel caído que pone Nieto. Al ver esto, se nos cambió la cara, porque la guía no indicaba el cruce anterior y un poco desorientados nos metimos por ver que pasaba. Frente al sendero traspasando el muro y subiéndote al monturrio de almagre, entre una base de tejos y enmarcada por las laderas de un barranco; aparece una panorámica de Punta Hidalgo.
Ahora ya si comenzamos a bajar por el sendero de Nieto, un poco más adelante hay un sitio ancho donde es cómodo hacer una paradita y así lo hicimos, donde echamos algo al cuerpo para que no se estanque la máquina por falta de energía y donde como los perros, también marcamos el terreno. Después de esta pequeña parada, comenzamos a movernos y vemos que el camino empieza a estrecharse por la invasión de los tejos y brezos, pues en una parte de éste camino vas caminando entre dos muros de vegetación siempre en fila india, porque dos juntos no cavemos. Pues ocurrió que en esta recta del camino, vemos a un perro con collar, del tipo presa canario, que a la vista parecía manso, pero ¡Tate quieto, compadre! Por si acaso nos quedamos parados. Enseguida, aparecieron los dueños y nos tranquilizamos, pues venían caminando hacia nosotros, mirando a los alrededores buscando algo, pero no sabíamos que era. En ese momento... ¡Ños, coño!... por nuestra izquierda y de improviso atravesando el muro de tejos, aparece otro perro que nos pego un susto tremendo, que nos dejo petrificados. Era una hembra del mismo tipo, mansita y cariñosa, también pertenecía al matrimonio, pasaron junto a nosotros, porque nos quedamos plantados por si se viraba la tortilla; saludito de buena gente y rapidito por el caminito.
Siguiendo el sendero, éste comienza a cerrarse cada vez más, como formando un gran túnel, con altos árboles de laurisilva y debido a esto se nota en el ambiente una gran humedad. Llegamos a la cabecera del barranquillo de Nieto que es casi imperceptible, porque solo es una pequeña hondonada húmeda y bastante sombría que da un poco de sobrecogimiento. Aquí me vino a la cabeza el famoso loquinario que mató a una parejita y a los extranjeros mayores, que luego se escondió por estos andurriales y por los del Moquinal; pero dese luego no se me ocurrió, ni siquiera, contárselo a las chicas, les hubiera dado un paro cardiaco. En este lugar teníamos que buscar una vereda, pero esta no aparecía por ningún lado, El truco estaba en seguir paralelo al cauce del barranquillo por el lado izquierdo, lo que ocurre que la caída de troncos y hojas, más el agua y la tremenda humedad que resuma esta zona, habían tapado el sendero, pero como a unos cincuenta metros del lugar hacia delante aparecía una ligera veredita que luego se convertía en sendero (si me llego a llevar por lo que decían las chicas, hubiera tenido que regresar, pero soy de los que dice que para detrás, ni para coger impulso), fuerte unas cagaleras que son las tres.
Llegamos a un pequeño despeñadero bastante alto, era más bien un dique y seguimos por la izquierda de éste, el sendero que sube y se estrecha un poco en el desfiladero, donde Ari, por mirar a su derecha hacia el desfiladero, le entró miedo que el pánico le impedía moverse, pero que aunque existía una ligera posibilidad de vértigo, no era para tanto; pues no hubo forma, Luego para mas “inri” a Loe jugando con el palo, va y se le cae en el desfiladero, quedando enganchado en el tronco de un árbol, pues encaramado peor que un mono y con el griterío de la compañía, para que desistiera y que no lo intentara por si me caía, pero no había manera de cogerlo, pero al fin se pudo recuperar intentándolo de otra manera.
Seguimos subiendo el sendero hasta que desemboca en uno que, por la izquierda, nos corta en diagonal, pues seguimos por éste bajando hasta que llegamos a un cruce (Las Lajas), con el sendero que va a Pedro Alvarez. Entramos en este sendero y en un lomito a unos cincuenta metros tuvimos una buena perspectiva de Pedro Alvarez y del valle de Tegueste, muy bonito, luego volvimos sobre nuestros pasos a nuestro sendero que ahora comienza a bajar en zigzag, ya en dirección a Tegueste, y disfrutando de las bonitas vistas, también haciendo prácticas con las plantas que encontrábamos averiguando los nombres.
Casi llegando al final del sendero, nos tropezamos que venían subiendo a dos momias de la época de Tutan-kamón, por lo tapadas que iban, incluso una de ellas llevaba un gorro de los de pescar... ¡Qué feitas eran las pobres! Eran dos extranjeras que iban un poco despistadas y creo que no sabían muy bien donde se encontraban. En fin saludito entre dientes y a continuar el caminito. El senderito tiene su final en el mismo Caidero y donde comienza la pista. El Caidero es un salto amplio en la pared pero que ha quedado reducido y actualmente está seco, gracias a la construcción de un depósito y particularmente a mí me parece un atentado ecológico. Comenzamos a bajar ya por la carretera en para lelo al barrando de La Palmita. Pasados unos cinco minutos, aparecen por nuestra derecha los conocidos escalones de la bajada del camino de La Mocanera. Continuamos bajando hasta llegar a la plaza de Pedro Melian, donde encontré el chorro de agua, con una llave de cierre automático pero estaba seco, y seguimos admirando el esplendoroso drago hasta llegar al ayuntamiento y de aquí para la parada y por supuesto para casa, que nos está esperando el resto de una buenísima cazuela de ayer... ¡Ños, qué hambre! ¡Muchacha saca unas almendritas y unas pasas que se me aprieta la barriga!... ¡Pa dir jaciendo boca!
Domingo 23 de marzo de 2003