sábado, 8 de octubre de 2005

33 de La Corona a Chanajiga

“En dos patadas y con misterio incluido”

    Ya era hora que después de un largo letargo de tiempo en el que nos quedábamos en casa sin salir a algún sitio, unas veces por desgana, otras por imposibilidad y otras… ¡que se yo por qué motivo!, simplemente no salíamos; lo único que nos quedaba era caer en la clásica rutina dominguera de permanecer pasmados e hipnotizados frente a la caja tonta, viendo como pasa la vida sin hacer nada, aunque la caja de tonta no tiene nada, pues en vez de entretener lo que hace es intentar hacerte caer en la tentación del gasto superfluo. Pues como rectificar es de sabios, hoy domingo 9 de Octubre el día de San Dionisio, comenzamos a movernos otra vez por esos montes de Dios.
    Esta vez hemos elegido el extremo oeste del Valle de la Orotava, es decir hacia La Corona en Los Realejos, y como considero que no es una ruta muy larga nos quedamos un poquito más en los cálidos y tentadores brazos de Morfeo y con calma después del acicalamiento y avituallamiento mañanero nos ponemos en marcha a eso de las ocho de la mañana en la autopista en dirección al norte. En Santa Cruz la mañana se presentaba algo desapacible con unas nubes negras que presagiaban un conato de descarga de agua, ¡la que nos esperaba! pero que al final solo se quedó en un intento pues al pasar por Guamasa el tiempo cambió radicalmente regalándonos un cielo espléndido, tapizado con algunas suaves nubes y con un sol que empezaba a despuntar por la cresta de los montes.
    A eso de las nueve llegamos a La Corona en Los Realejos, silenciosa y casi solitaria porque solo había un jeep con un señor merodeando por ahí, que presumiblemente sería el dueño de alguna de las fincas cultivadas que hay por los alrededores. Decidimos dar una vuelta por el entorno y en ese momento, se oyó el clásico ruido de frenada en tierra seca al que le precedía el tradicional jeep safari, cargado de peninsulares que arrastrados por un guía hacía un cercado, y ya colocados todos alrededor del muro con el mentor en medio cual profesor, les empezaba a instruir una clase de geografía para mostrarles las bellezas del lugar. En seguida pensé: ¡Adiós coño! ¡Ya tenemos compañía para el trayecto!, pero me di cuenta de que no era gente de mover mucho los pies, sino más bien de ir sentados viendo un paisaje predefinido y ya muy visto en las miles de postales que se venden en El Puerto de la Cruz. Allá ellos lo que se pierden de ver en esta maravillosa tierra, así que ellos a su rollo y nosotros al nuestro que aquí hay sitio para todos.
    Proseguimos camino hacia el mirador donde la vista del valle es impresionante, ya hacía mucho tiempo que no venía por este rincón. Aquí divisé el sendero que por un lateral derecho de la glorieta comenzaba a bajar hacia Madre Juana. Después de un par de retratitos del entorno, regresamos al coche ya para recoger los bártulos y comenzar nuestra ruta de hoy, que consiste en subir por la cresta y bajar hasta Chanajiga, vamos a ver como nos sale. Con mi librito de senderos “Tenerife paso a paso” en la mano, comenzamos a andar por la pista de tierra que sube hacia la izquierda para enseguida encontrarnos con un cruce. Seguimos hacia la izquierda subiendo en dirección a una casita, al poco rato volvimos a oír el ruido de arranque del motor del jeep, ¡Bueno ya vamos a tragarnos el polvo que levantan estos bichos al pasar! Pero no fue así, estos cogieron por la pista que se dirigía hacia la derecha, pues “gurbay queridos” como dicen nuestros maguitos ¡que les vaya bien!
    Una vez pasada la casita la pista empezó a ser un poco más pendiente pero con el ánimo que llevábamos casi no nos dábamos cuenta, además teníamos a la vista abajo hacia nuestra derecha las bonitas casitas del barrio de Icod el Alto. Continuamos subiendo nuestro primer objetivo era una construcción con tejado verde, a la que llegamos en cinco minutos. Este edificio estaba plagado de torres por doquier. Por fuera incrustada en el muro junto a la puerta de acceso a la casa aparecía una hornacina santuario, muy característico de nuestros pueblos, dedicada a algún santo. A veces me pregunto como cabe tanta imagen en un sitio tan pequeño. Después de hacer el signo de los cristianos continuamos viaje.
   Continuamos subiendo hasta que de pronto comienza a sonar el móvil de LOE, indicándole que tenía un mensaje, era de Toñi para decirnos que se estaba desayunando con un helado, ¡Qué loquinario!, a lo que Loe le respondió con otro mensaje indicándole donde estábamos. Luego por el resto del camino se procedió a una conversación mensajeríl, dando cuenta de las novedades que surgían, fue bastante divertida la comunicación.
    Continuando con nuestro camino, este hace un giro hacia la derecha y de frente aparece una pista a la izquierda que sube con bastante inclinación y que después resulto que cortaba bastante camino de la que ya traíamos, pues por ella nos metimos. Nuestro siguiente objetivo era encontrar el acceso a la Fuente de Pedro, lugar que según el librito se hallaba algo oculto y que se accede a él por una pista a la izquierda. Por lo visto era un lugar de mucha devoción donde se dice que ha acontecido alguna que otra aparición mariana. Con los ojos abiertos como chernes para encontrar el acceso seguimos subiendo entre brezos y helechos por la pista pero no vimos ningún acceso.
    Ahora la pista se presentaba con firme aunque compacto estaba bastante roturado e irregular supongo que debido a las correntias de agua, pero aunque bastante empinada no estaba mal era bastante ancha, se podía subir perfectamente con alguna que otra paradita para coger resuello y teniendo como guía una bonita vista del Teide, que a la vista parecía como si estuviera resfriado porque se presentaba con una bufanda de tul blanco que no nos dejaba ver la cima. Llegamos a un pequeño repecho coronado por un pino y que daba marco a una torre de color blanco y rojo que era otro de nuestros objetivos, pero que todavía faltaba un buen rato donde paramos unos segundo a coger resuello, tomar agüita fresquita del chorro de casa y contemplar una bonita vista del valle y luego seguimos subiendo saliendo un poco más arriba a la pista principal y enseguida un encrucijada de caminos que según veníamos teníamos a la derecha una pequeña pista, otra que subía con bastante inclinación y la principal que se dirigía hacia la derecha. En este cruce de caminos volvimos a consultar nuestro librito para cerciorarnos mejor de donde estaba el enclave que andábamos buscando y comprobamos que estábamos equivocados pues el acceso a la Fuente de Pedro se encontraba a partir de aquí. Así que carretera y manta cogimos la pista frente a nosotros que sube bastante empinada volviendo a poner otra vez los ojos de cherne buscando a nuestra izquierda el dichoso acceso, pero nada por aquí no había ningún camino o estaba cerrado por la gran cantidad de brezo y zarza que no nos dejaba verlo el único acceso que vimos fue una pequeña entradita a la derecha que te dejaba ver la curva de una pista que nosotros supusimos era la pista general.
    Continuamos subiendo sin perder las esperanzas de encontrar el caminito por una cuesta que se estaba haciendo un poquito más dura y que se estrechaba un poco por la vegetación pasando de derecha a izquierda y viceversa para evitar los baches que habían. Al rato veo que aparece bajando un pibe, y como el Trufo estaba a mi lado lo cogí para que no se pusiera a ladrar. Después del saludito de rigor tuvimos una pequeña charla y hablando nos enteramos de que la tan buscada Fuente de Pedro estaba mucho más abajo. ¡Maldición ya no las habíamos pasado! Bueno pues otra vez será. Nos comentaba este pibe que venía de La Caldera y que se dirigía hacia La Corona para luego bajar por el camino de Madre Juana y dirigirse a Los Realejos, nos despedimos deseándole un buen trayecto y continuamos subiendo un poco desilusionados, vamos a ver si a la vuelta tenemos más suerte. Dándole vueltas a lo que me había comentado el pibe sobre su itinerario y viendo que eran más o menos las diez de la mañana, me pregunté ¿Cuándo habría comenzado a caminar para estar aquí a esta hora?, porque de Aguamansa hasta aquí hay un buen pedazo pues tiene que recorrer el arco que compone el valle de la Orotava hasta Los Realejos por los altos.
    Continuamos subiendo ya con el siguiente objetivo a la vista la torre roja y blanca, es La Asomada. En unos diez minutos llegamos a un mirador natural amurallado por zarzas con vista hacia el valle desde donde se aprecia una panorámica que va desde la cumbre hasta el mar. Después de una paradita continuamos nuestro camino con la gran torre ahora a nuestra derecha hasta que llegamos a un cruce con algo de cemento que por nuestra derecha se dirigía hacia las dependencias de esta torre, continuamos de frente ahora ya en llano y mucho más ligeros, con el alivio para nuestros pies. Al rato Merci y yo nos metimos un poco hacia un claro y vimos una zona de monte que estaba quemado gracias a algún descuido ¡Que pena! Seguimos caminando hasta que volvimos a salir a la pista principal, ya caminábamos por una zona de fayal-brezal algo más despejado que se nos estaba haciendo un poco pesada porque el sol apretaba un poco más y no teníamos la sombra de los árboles. Nos refugiamos en una curva de la pista donde había sombra y allí hicimos una parada para descansar un poco después de tan tremenda subida. Algo más repuestos continuamos nuestro camino hasta que llegamos a otro cruce con un cartel que ponía Vereda de Los Junquillos. Seguimos adelante ahora nuestro destino era Corral Quemado.
    Un par de cientos de metros más adelante me llamó Ari para resolver un debate que tenía con Merci sobre algo que habían encontrado en el camino, que si era o si no era lo que cada una opinaba, estoy yo bueno para resolver porfías, bueno pues resulto que el objeto en cuestión era un trozo de quijada algo ya deteriorada de algún perro que había pasado a mejor vida. Cuando Merci se dio cuenta de lo que era no se por qué, pero aceleró el paso y por simpatía también lo hizo Loe, que conste que no era por miedo ni por asco, sino por si acaso el perro viniera a reclamar lo que por derecho era suyo. Bueno pues del hecho quedó constancia en alguna que otra fotografía dando fe de la circunstancia. Y continuamos nuestro camino con alguna risita de nuestra parte (Ari y yo).
    En nuestro camino hacia Corral Quemado desembocamos en una pista que cortaba la nuestra, donde habían dos letreros, por el que veníamos indicaba a Icod el Alto, y el que bajaba ponía pista Lolita, nombre peculiar para un camino. Seguimos hacia la izquierda subiendo un poco y en menos de un minuto o un par de curvas salimos a una explanada que no era otra cosa que el ensanchamiento de una pista que luego continuaba subiendo. Esta zona ya es Corral Quemado y desde luego no puedes perderte porque esta lleno de letreros: uno indicaba subiendo a El Portillo, otro a la zona recreativa de Chanajiga, otro más (por el que habíamos venido) a Icod el Alto y la Guacha. Corral Quemado se distingue por tener un mirador natural, con una impresionante vista hacia el valle la costa norte de Tacoronte y se pierde en la lejanía hasta llegar a Punta del Hidalgo, acompañado de un pino y un mojón de senderos de piedra al que el paso del tiempo o que se yo le había borrado el nombre.
    Eran ya las once de la mañana y la hora ya de disfrutar de los ricos manjares del Rapatán que traíamos con nosotros. Tremendo bocadillo de jamón serrano (algo saladillo) que nos supo a gloria bajo la sombra del pino y admirando el paisaje. A nuestras espaldas justo detrás del letrero que indicaba a Chanajiga, entre otros árboles se encontraba un madroño canario, cargado de pequeños frutos de color naranja que parecían mandarinas enanas, muy bonito. Aquí me hizo gracia un cartel que ponía “Desprendimientos” pues como buen payaso me puse junto al cartel para sacarme una foto en posición de ¿Cómo diríamos? ...de cómo si tuviera un apretón, y me dispusiera a aflojar algún airillo gasificado. Pero lo más gracioso fue que en el momento crucial de posición y foto, sonó por el valle un tremendo estampido que nos quedamos todos mirando a lo que yo respondí “Yo no he sido”, comenzaron carcajadas por todos lados que duraron un buen rato.
    A eso de las once y media después de un buen descanso, nos pusimos en marcha hacia nuestro siguiente objetivo Chanajiga, por una pista bastante buena conocida como “La Pista el Guarda”, según me enteré después repasando el librito, camino muy cómodo entre la sombra de la laurisilva y los pinos y a cada lado del camino se sucedían alhelíes, geranios de monte, la reina monte y por supuesto verodes que enmarcaban todo el camino. También encontramos a nuestro paso alguna que otra hornacina con su correspondiente cruz en su interior.
    Continuando nuestro recorrido y llegamos a otro mirador natural enmarcado por unas tuberías de agua, es el Mirador de Sergio, también impresionante aunque me repita más que los ajos, pero es verdad. Y continuamos adelante. Volvió a sonar otra vez el móvil y creímos que era Toñi, pero esta vez resulto que era Isabel para preguntarnos donde estábamos, pues resulto que había salido a darse una vuelta por el Rastro y luego para no volver a la casa y quedarse sola todo el día, había decidido coger la guagua y llegarse hasta casa para pasar la jornada, ¡la pobre! Vaya chasco se llevó al llegar allí y ver que todo estaba cerrado y no había nadie. No le quedó más remedio que regresar a San Francisco.
    Andando y más andando, llegamos a una curva donde pudimos ver que había fabricado con piedra de cantería algo para encauzar el agua en un salto del barranco que atravesaba la carretera y proseguía por el cauce del barranco rodeado por un muro. Continuamos con nuestro pateo y por fin nos encontramos con dos seres vivientes, porque sin ser el pibe de la subida, no nos habíamos tropezado con civilización alguna. Estos eran una pareja de viejillos extranjeros que estaban dando un paseo, saludito de rigor y “pa’ lante” que no llegamos. Llegando a otra curva del camino y que iba hacia la derecha, en una zona despejada de vegetación pudimos ya divisar el parque de Chanajiga eso significaba que nos quedaba ya muy poco para llegar, ya por esta zona nos comenzamos a encontrar a alguien más. Casi llegando a una curva nos pegamos un susto al tropezarnos con un joven ciclista que apareció de improviso y que venía a toda mecha. Al llegar junto a nosotros y encararse con Trufo frenó produciéndose el ruidoso derrape que te levanta los pies del suelo, momento de reposo para sobreponernos del susto y continuamos hacia nuestro destino. Ya casi en el parque vimos a la escuadrilla de guardabosques sentados a un lado del camino.
    Lo primero que nos encontramos al llegar a Chanajiga fue el parque infantil a nuestra derecha donde alegre se columpiaba una niñita ayudada por dos adorables abuelos que con mucho mimo la agasajaban con sus arrullos. A continuación empezaban a aparecer mesas y fogones y un poco más alejada, una casa de tradicional arquitectura canaria. Llegamos a la explanada a eso de las doce del mediodía, donde están ya los aparcamientos y a nuestra derecha encontramos una pequeña capillita que daba asilo a un par de santos, seguimos un poco más, hasta donde las chicas habían ya venido alguna vez con Toñi, y nos paramos en una de las mesas a la sombra de un techo de troncos y muy cerca de un fogón y de un chorro de agua. Justo detrás de nosotros pasado el murito que delimitaba las cabañitas también había una hornacina con su cruz correspondiente, tímidamente un poco escondida de la vista de la gente.
    La zona recreativa es bastante bonita y agradable toda llena de especies de cabañitas que salpicaban todo el entorno y con una bonita panorámica de los barrios de la zona. Algo que me llamó la atención fue que todos los fogones estaban acotados por una cinta que prohibían el uso de los mismos. He aquí la razón de que no hubiera nadie a esta hora peleándose por conseguir una mesa, y es que se estaba llevando a cabo la orden ministerial que prohibía el encender fuego en el monte, incluyendo a las áreas recreativas. Sin comentarios. Nos quedamos sentados un buen rato descansando pues habíamos llegado a nuestro destino y entre buche de agua, almendras, avellanas y nueces pasamos un rato bastante agradable. Con la vista hacia el mar me fije que de frente hacia mi izquierda en el monte se divisaba una cabañita justo en un mirador, ¿Qué sería eso? Ya lo averiguaré en cualquier otro pateo. Mirando hacia ese sitio oímos de improviso el ensordecedor ruido de las hélices de un helicóptero que a los pocos segundos hizo acto de presencia por el risco, para volverse a esconder e irse por donde vino, ¡que pena no haberle podido sacar una foto! Pues como si me hubiera oído el pensamiento, al poco rato apareció otra vez dándose frente a nosotros un paseo sobre un fondo azul celestial y por si fuera poco dando la vuelta otra vez acercándose cada vez mas y seguir su camino por encima de nosotros, una verdadera gozada.
    Ya eran las doce y nos dispusimos todos a recoger para ponernos en marcha ya de regreso después de haber pasado un día bastante agradable, cogimos los bártulos y comenzamos a andar para abandonar la cabaña. Cuando llegamos a la pista vemos que la puerta del edificio forestal estaba abierta y que en el interior se encontraba resguardado del sol y de las inclemencias del tiempo un precioso porche de color rojo, ¡Hay que ver lo que da de sí el sueldo de un forestal! También al borde de la carretera habían madroños, cargados de sus bonitos y coloristas frutos, esas mini mandarinas que ya he nombrado. Continuamos en dirección al parque infantil y una vez en él, como si fuéramos niños no pudimos aguantar la tentación de darnos unas arrulladitas en los columpios, incluido el Trufo.
    Proseguimos el regreso y por el camino le venía dando vueltas al coco de donde estaría la tan ansiada Fuente de Pedro, y para mí pensé que hoy no me marcharía sin encontrar el camino o sendero que me llevara hasta este lugar. Seguimos caminando admirando toda la belleza del paraje, cuando nos pasaron un grupito de pibes ciclistas que iban en parejas a mi juicio un poco estrafalarios (más bien un poco fantasma) por la vestimenta que llevaban más bien parecían actores de la guerra de las galaxias todos vestidos de negro y con tatuajes. Luego se perdieron de vista por una curva del camino hasta que nos los volvimos a encontrar ya en la pendiente que te lleva a Corral Quemado.
    Pues justo cuando alcanzábamos Corral Quemado vemos que el grupito de pibes comienza a hacer señas y a reírse, la cosa era porque uno de ellos estaba meando y al darse cuenta de nuestra presencia se puso un poco nerviosillo, para disimular comenzó a decir una serie de disparates al ver a las pibas y aquí quedó patente que era un maguito moderno, es decir más mago que los propios magos del lugar. Nos miramos las chicas y yo para reírnos después opinando lo mismo sin soltar una palabra. Continuamos dejando Corral Quemado detrás por la pista hacia Icod el Alto y al llegar casi a la encrucijada con la pista Lolita, volvieron a pasarnos el grupito de ciclistas a todo meter demostrando las dotes de maniobra y derrape que poseían, ¡Hasta luego Lucas, cuando llegues, escribe…!
    Después de casi una media hora de camino bajando, una vez pasada La Asomada, ya tenía como meta encontrar la Fuente de Pedro, Loe volvió a coger el librito para volver a repasar los datos para encontrar el lugar, con más detenimiento buscábamos alguna entrada ahora a nuestra derecha según bajábamos, pero nada, no había nada. Llegamos a la encrucijada y nos metimos por la pistita ahora a nuestra derecha cubierta por vegetación que a veces te impedía el paso y aspirando la fresca fragancia casi mentolada de una especie de Codeso, o eso me pareció, pero que tenía las hojas con espinas que a veces te hacían daño, hasta que llegamos en unos cinco minutos al final de la pista y allí no había nada, ¡Que desilusión!, otra vez al cruce.
    Una vez en la pista principal oímos el ruido del motor de dos jeep que aparecieron en la curva con bastante dificultad y que al vernos se pararon para preguntarnos por la Fuente de Pedro ¡Bueno estaba yo en ese momento para dar las indicaciones específicas! Amablemente les dije que no sabía pero que debería estar en el entorno. Un poco desilusionados continuamos bajando por el corta caminos pero al llegar otra vez a la pista principal cogí el librito y leyendo despacio comprendí que cuando decía una entrada a la izquierda, se refería a una pistita a la izquierda pero subiendo por la vía principal y no por el corte de caminos como hicimos nosotros. Les dije a las chicas que no me marcharía hasta no encontrar la fuente y creí entender por sus caras que no les entusiasmaba la idea de volver hacia atrás, pero me siguieron. Me adelante un poco hasta que en la siguiente curva había una entrada a la izquierda que subía un poco pendiente, algo sombría y que las ramas de los árboles junto con algunas enredaderas formaban un pequeño túnel algo siniestro. Supuse que ésta sería por fin la entrada y por ella nos metimos, pero al final resultó ser un corte de caminos que te llevaba en dos minutos a la pista principal. Seguimos subiendo un poquito hasta que alcanzamos otra vez la encrucijada y justo después de un minuto de parada cuando ya iba a darme por vencido, veo un cartel que ponía: “Fuente de Pedro 200 mts.”, clavado en un árbol pero que estaba casi oculto por ramas de brezo y codeso, y lo más gracioso es que cuando me preguntaron los del jeep, tenía el cartel a mis espaldas un poco más arriba de la altura de mi cabeza, si esta gente se dio cuenta pensarían que les estaba tomando el pelo.
    Bueno esta vez las chicas no tenían ganas de caminar más y les dije que me esperaran un rato. Las indicaciones del libro estaban bien, pero a partir de aquí y subiendo por la vía principal. Yo no cogí por la principal sino que volví a subir por la pista empinada, acordándome de la entradita casi oculta e imperceptible que vimos bajando a mi izquierda, y así fue. Entré por este caminito un poco peligrosillo pero que enseguida te deja en una pequeña vaguada algo sombría, porque aunque había luz no era tan intensa como en el exterior porque las hojas de los árboles arropaban el entorno. Debo de confesar, aunque sin motivos, que este lugar me dio un poco de “yuyu”, (es decir caguitis) y creo que había sido motivado por lo que había leído en el librito respecto a posibles apariciones marianas. La Fuente de Pedro es un enclave un tanto raro, atravesado por varios caminitos que continua después en una pista y en medio de estos como uniéndolos una piedra. Desde el acceso hasta esta piedra atraviesas un pequeño canalillo por el que corre un hilo de agua y que va a dar a una cubeta cuadrada donde había un jarrón. Una de estas vereditas hacia la izquierda te lleva a una cruz con rosario y geranios rojos alrededor. Frente a la piedra – tótem hay un pequeño cartelito clavado en el suelo que dice: “Mensaje del hijo de Dios: ¡QUE DIOS TE BENDIGA Y TE DE EL DOBLE DE LO QUE TU, NOS DESEAS A NOSOTROS! Amén Jesús”, y continua la veredita guiándote hacia el pequeño túnel–cueva de apenas un metro de alto y con unos dos o tres metros de profundidad del que se oía el ruido del agua, que hasta el ruido me pareció extraño, ¡hay que ver, las malas pasadas que te juega la imaginación!. En el interior de la cuevita hay: imágenes, estampas, velas, rosarios, etc.; y el exterior está salpicado de imágenes por doquier y todo rodeado de flor de mundo y otras especies en flor, que daban un ambiente un poco perfumado. Después de sacar un par de fotos del entorno, no sé por qué, pero sentí la necesidad de salir enseguida de allí, es decir que la visita al lugar duró solo unos cinco minutos y volví al lugar donde había dejado a las chicas para ponernos en marcha.
    En unos quince minutos estábamos divisando ya La Corona y mi cochito, que esta vez me parecía algo lejos, pero que en dos patadas estábamos dejándole los bártulos y arrancando directos para casa, no sin antes hacer una paradita en la dulcería de La Catedral en La Laguna, para surtirnos de dulces para la merienda. Y con esto se acabó el día, hasta la próxima.


Domingo, 9 de octubre de 2.005

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