sábado, 23 de noviembre de 2002

08 Santa Cruz - La Laguna (por el Valle Jiménez)

 La Ruta de Las Lecheras
   
    Por fin después de un pequeño paréntesis por un almuerzo familiar, reuniendo a todos los Britos, volvemos otra vez a ponernos en marcha y con las pilas cargadas, dándonos cuenta que las caminatas pueden comenzar desde tu propia casa, sin tener que ir tan lejos, ni coger guaguas. Además, con unos senderos apetecibles, como es el caso de hoy y gracias por supuesto al librito “Anaga” de Miguel Perez Carvallo, que creo que ha sido una buena inversión y que tiene unos recorridos maravillosos, ya lo comprobaremos. De casualidad ojeando el librito elegimos la ruta de Las Lecheras, tal vez por nostalgia, de aquellas lecheritas que cuando chico las veía pasar por las calles del Toscal, cargando las cántaras de leche, una a la cabeza con un rodete de tela aguantándola en equilibrio y la otra en una de las manos; porque en la otra llevaban el medidor y unos pesaleches; éste último para que la gente comprobara que la leche no había sido rebajada con agua. También a veces aparecía algún quesito blanco fresco, que aun hoy cierro los ojos y puedo sentir su olor. Quizás la añoranza de aquellos días es lo que me provocó querer comprobar en mis propias carnes, como se las arreglaban estas lecheritas para venir en el burro desde Las Mercedes hasta Santa Cruz, todos los días de Dios. Aunque las lecheras de mi época ya estaban motorizadas. De todas ellas solo queda como recuerdo: la que sale por carnavales y la inmóvil de bronce a la salida del mercado.

    Bueno pues, una vez estuvimos preparados nos pusimos en marcha. Esta vez Mercy no venía con nosotros. Nos dirigimos hacia el Barrio Nuevo, pasando por La Florita para comprar el panito, que dicen que no engorda, pero tú siempre estas gordito. Luego atravesamos los barrios de Buenos Aires y La Salud, y justo en la esquina superior del puente que va al manicomio, bajando de La Salud a la izquierda, comienza el camino de la ermita por el barranco de Santos, donde al final de éste, se encuentra una capillita dedicada a nuestra querida Virgen de Candelaria. Estando aquí me vino a la memoria cuando vivía en la c/ Rivera n°1, 3° izquierda del Barrio Nuevo, en lo alto de Víveres Ramón, (aún no se me ha ido la olla que todavía me acuerdo); dónde desde la ventana del cuarto de Loli y mío, que daba hacia el barranco, se podía oír todas las tardes la letanía del santo rosario y cuando llegaban las fiestas, se armaban muy buenos tenderetes ¡Qué tiempos aquellos!

    Atravesamos el barranco por el puente peatonal y comenzamos a subir las empinadas escaleras hacia el Barrio Nuevo, sin perder de vista la bonita ermita, donde desde lo alto del risco y a modo de guía hay una preciosa buganvilla que cae en cascada, esto se puede apreciar en una de las paradas que por fuerza tienes que hacer para subir las escaleras. También en una de estas paradas vimos que de una de las casas sobresalía un árbol cargado de preciosas granadas, ¡Qué lástima no alcanzo a ninguna! Una vez en lo alto, giramos hacia la derecha para entrar en mi calle Rivera, ¡Qué cambiada estaba! Pero para mejor pues antes el piso era de tierra, aunque seguían las mismas casas y también seguía la venta de Ramón y mi casa.

    Continuamos ya por la carretera de Los Campitos en dirección a La Llavita, cuando llegamos a la altura de la parada de guaguas, nos surgieron dos opciones: una era comenzar a subir por las escaleras que pasan por todo el barrio y otra era subir por la pista que está frente a la parada, pista bastante empinada, con la indicación Cueva Roja. Pues cogimos la última opción y ¡Vaya que si era empinada! Al llegar arriba nos encontramos a la derecha la Cueva Roja y a la izquierda una pequeña subida que lleva a un mirador muy bonito que ha acondicionado muy bien el cabildo. Al final de la calle están los aparcamientos y las últimas casas de La Llavita. A ambos lados los miradores: el de la derecha tiene una fantástica panorámica del barranco Santo, barrio de La Salud hacia La Laguna, La Esperanza y el Teide. Por la izquierda una parte del puerto y Santa Cruz. También aquí han hecho unos paseos con bancos, está muy bien para pasar un rato.

Después de un pequeño respiro por la subida, fuimos a ver la Cueva Roja, pero antes a las niñas les sugerí que me dijeran si veían algún sendero y me señalaron un canal de agua con una pista que se veía frente a nosotros, en la montaña por debajo del mirador ¡Menuda sorpresa les tenía preparada! Las chicas se metieron dentro de la cueva, bueno la gran cueva y salieron subiendo unas escaleras por el otro lado, donde yo las esperaba para indicarles cual era el sendero verdadero. El chasco que se llevaron cuando vieron que no me dirigía hacia el sendero del canal, sino que les señalé unos escalones altos excavados en la pared exterior de la misma cueva, y se dieron cuenta de que por ahí tenían que subir. Pero nada, tengo dos pibas que valen el doble de lo que pesan, y sin más se dispusieron a subir, sin hacer ninguna pregunta. Además, vieron que el sendero no era peligroso, aunque subían a lo alto de la cueva. El principio del sendero es un poco malo, a ese lugar se le llama “la finca del gato”.

    Bueno pues a subir el camino se ha dicho, en unos minutos, aparece una veredita hacia la derecha y sube, pero nosotros seguimos recto subiendo, hasta encontrarnos otro que en horizontal nos lleva hacia la izquierda y ligeramente va subiendo. Este sendero no está mal, empedrado, a veces se estrecha un poco, pero bien. Desde el barranco de Santos subía un ventarrón hacia donde nosotros estábamos que por algunas zonas llegaba a ser bastante fuerte, el cielo estaba un poco encapotado, y además desde la Finca España hasta La Laguna, se veía una neblina algo cerrada, aunque donde nosotros estábamos, se estaba bien, fresco que es bueno para caminar ¡Esperábamos que siguiera así todo el día! Antes de llegar al barranco de Las Goteras, nos encontramos con unas cuevitas aparentes, donde en una de ellas nos paramos a desayunar unos tremendos bocadillos de tortilla española, que quitaban el hipo. Desde las cuevas vimos un precioso arco iris sobre la casa de La Calera, en lo alto de la montaña. Una vez la barriga llena y el corazón contento, seguimos nuestro senderito y llegamos a las cuevas del barranco de Las Goteras, donde en lo alto se podía ver un gran salto que formaba un dique y en las cuevas se veían las marcas del goteo del agua (de ahí el nombre) y a nuestra izquierda el barranco que va a dar al barranco de Santos, impresionante. Continuamos hasta llegar a la cornisa de la montaña de Las Mesas (La Calera), donde el sendero se pierde porque los arbustos lo han invadido. Frente a nosotros vemos la casa y seguimos pasando por unos terrenos en bancales sin cultivar hasta esta casa y el árbol. Hacia la izquierda un muro de piedras con unas manchas blancas, que seguimos hasta el otro extremo hacia un montículo Roque de Abajo, desde donde sale un sendero bordeado con piedras y después por piteras alineadas. Desde este lugar se puede ver el barranco de Jiménez y el volcán de Montaña Guerra a nuestra izquierda, y frente al sendero, el caserío de El Toscal, hacia donde nos dirigimos.

El tiempo había cambiado pues se había despejado ya completamente, aunque seguía el ventarrón fuerte, procedente del valle. Continuamos hacia la primera casa a la vista, donde nos salieron a darnos los buenos días, una jauría de perros ¡Qué bien educados están! Luego comenzamos a bajar por una pista asfaltada hasta llegar a un puente con una barandilla de hierro, donde empezamos a subir hacia la derecha hasta que la pista conecta con la carretera general, frente a nosotros el Bar Jiménez y un poco más arriba a la izquierda la pista por donde continuaremos más tarde. Pero antes decidimos acercarnos a la ermita a descansar un poco, en la placita, llenar las botellas de agua del chorro y también la barriga ¡Qué lugar más agradable y tranquilo! A pesar de la carretera general, aunque tiene muy poco tráfico. Lo que daría yo por vivir aquí. El chorro de la plaza de la iglesia, como suele suceder le a cualquier otro de su especie, es una caja de sorpresas, nunca sabes cual será la cantidad de agua que va a salir y normalmente el chorro sale de imprevisto y con fuerza, lo que hace que te acabes mojando y así ocurrió.

    Después del pequeño descanso, bajamos por la carretera y entramos en la pista, ahora a la derecha, que nos conduce al mismo cauce del barranco del Valle de Carmona, y lo seguimos por la derecha, hasta que lo cruzamos y seguimos por la izquierda en la pista, y como suele ocurrir siempre sale alguna pista que no debería estar y no sé porqué siempre te metes de cabeza por ella, creyendo que es la correcta y normalmente ésta acaba en la entrada de alguna casa particular o en su garaje. Esta pista nos engañó porque era asfaltada y en una curva sube hacia la derecha. En el lado izquierdo aparece una pista de tierra, siendo ésta la verdadera, pero nosotros por listos cogimos la asfaltada y nos llevó en unos cincuenta metros más arriba hacia una era, así que otra vez para detrás. Cogimos la de tierra y justo subiendo te encuentras con unos belloteros, que son de agradecer porque a la sombra de ellos, descansamos un poco y se incluyó un cambio de aguas, para marcar territorio como los perros. Después del reposo continuamos la pista hasta la zona de El Castillo, donde pasamos una cadena y la pista nos guiaba hacia una casa con un salón alargado sin techo que pasamos por delante y seguimos hasta que, al llegar a una curva hacia la izquierda, nosotros nos metemos por un sendero a la derecha que apenas se ve porque lo tapan los arbustos. Luego rodeamos un cuartito cerrado, por su izquierda para luego subir un poco, aunque la vereda se hace casi imperceptible, pero ahí está. A nuestra izquierda hacia lo alto vemos unos eucaliptos, subimos por un senderito bordeado de piteras en hilera. En la subida las zarzas se metían de tal manera en el camino que tenías que apartarlas con fuerza. Una de estas veces. Ari se arañó y se clavó una espina de una zarza en una mano, pero nada que no pueda arreglar un poco de agua oxigenada.

    Seguimos subiendo por la ladera izquierda del barranco de Carmona y al poco rato, nos encontramos por casualidad con un pequeño abrevadero de agua para animales, abandonado y ya casi cubierto por la maleza, es La Fuente de las Vacas. Continuamos subiendo en zigzag por el sendero hacia un par de pinos en lo alto, cuando pasamos éstos el sendero sigue en una curva que va a la izquierda, pero nosotros en esa curva cogimos de frente por otra veredita que baja hacia el cauce del barranco hacia un salto. Nosotros atravesamos por encima las placas de basalto del Salto de Carmona, pequeño pero impresionante. Seguimos ahora por la ladera derecha del barranco, siguiendo por un sendero casi imperceptible y luego se dividía en dos senderos en forma de “V”; pues cogimos el sendero de la derecha, porque el de la izquierda se perdía entre los arbustos. Pero nos equivocamos, porque dicho sendero nos llevó a un pequeño barranco sin salida. Pues como rectificar es de sabios, volvimos sobre nuestros pasos y cogimos el otro sendero guiándonos por unos muritos de piedra que había en el mismo. Al rato llegamos a una valla metálica pequeña de apenas un metro de alto a nuestra izquierda y el senderito nos llevó por aquí hasta el principio de una pista que subía en vueltas la montaña y que luego pasaba por delante de unas cuevas que estaban cerradas con puertas de madera y seguimos por la pendiente hasta que llegamos a lo alto, a la Gollada de Los Jorneros, en que la pista continuaba bajando hacia la derecha. En este punto, nosotros nos metimos por una cancela abierta y seguimos otra pista, que en cinco m minutos llegaba hasta una curva y un cuarto, donde se veía que habían celebrado alguna fiestilla. La pista acababa aquí, subimos un poco la montaña pero era imposible, así que tuvimos que volver al principio a la cancela. Por cierto, bajando por esta pista y antes de llegar a la cueva, en una curva vimos bajando por la misma y delante de nosotros una codorniz que muy coqueta y elegantemente, meneaba las nalgas para lucir su bello traje y que probablemente se le estaba haciendo tarde en llegar a su casa, por la prisa que se daba. Al legar a unas piteras se metió a esconderse en su búnker particular y solo se le veía la cabeza; al pasar junto a la pitera no se la veía, pero si te fijabas bien parecía que estaba asomada a su balcón viendo a la gente pasar por su calle. Una vez de regreso a la cancela, consultamos la guía y decía que por la izquierda de esta pista a unos metros del principio teníamos que subir por un sendero ¡Ya me extrañaba a mí! Pues subimos por él hasta que llegamos a un llanito donde hay unas cuevas, son las Cuevas de Hilario y aquí hicimos una paradita.

    En este lugar hay una bonita panorámica de todo el barranco de Carmona y al fondo a la izquierda la montaña de Las Mesas, a la derecha Montaña Guerra y en la “uve” que forman estas dos, una porción de Santa Cruz. Notábamos como unas gotitas de agua, nos salpicó la cara y mirando hacia el cielo, vimos como corrían las nubes, pues ¡Patas para que os quiero! Por si acaso. Menos mal que el Cristo aguantó por nosotros un poco las nubes.

    Continuamos hasta lo alto por el sendero, hasta llegar a La Cancelilla, que es una puerta de hierro (cancela) colocada en un corte, en la tosca que forma un pequeño pasillo en la cima de la montaña. Pasado este corte aparece delante de nosotros el suave Valle de Las Chozas, desde aquí sigue un sendero hacia la izquierda hacia los riscos de Carmona, pero nosotros seguimos uno mucho menos peligroso que bajaba. En la ladera de enfrente se veían unas cuevas y debajo una hilera de cajas de colores con patas; al final del valle se puede apreciar la gran charca de Tabares y hacia lo alto los Riscos de Carmona. Continuamos por el sendero describiendo un arco que va desde el lado derecho del valle hacia su lado izquierdo, donde aparece un camino a nuestra derecha, pero nosotros seguimos el que traíamos, pasando por delante de las cuevas que se usan como corrales para las vacas; esto a la derecha del sendero y a nuestra izquierda aparece un letrero: “Peligro por Abejas” es decir, que las cajas con patas eran colmenas, seguimos y un poco más adelante nos encontramos con muchísimas más colmenas, todas en una gran hilera y un poco después a nuestra derecha una gran cueva que se usa como pesebrera pero que en vez de esto, parecía más bien una leonera, por la cantidad de basura y latas vacías, recuerdo de grandes comilonas, ¡Con lo poco que cuesta dejarlo todo limpio! Seguimos la pista hasta llegar al final que desemboca en otra procedente del Lomo Largo y en un muro, es La Cañada, desde donde se divisa otro punto de vista de la vega lagunera. Continuamos por la nueva pista hacia la derecha y luego comenzamos a bajar hacia la carretera de Jardina.

    Por el camino vimos que todas las casas tienen perros y que todos muy bien educados nos saludaban muy efusivamente, hasta incluso en una de las casas, había uno que desde un pequeño muro, casi nos salta encima nuestro de la emoción, para darnos un cariñoso beso de bienvenida, mientras que otros asomaban la cabeza por todos los huecos de la pared para saludarnos e indicarnos el camino ¡Fuerte una escandalera de ladridos! Bajando por la pista de Gonzalianez, llegamos al cruce con la carretera de Jardina y nos hemos dado cuenta de que se está construyendo muchos chalets por aquí. En cinco minutos llegamos al cruce de la Cruz de Los Álamos, desde donde intentamos llamar a Merci pero por la lluvia de los días anteriores, las líneas de teléfono tenían mucho ruido, por eso no podíamos oírla bien y se cortó la comunicación.

    Bueno ya solo nos quedaba seguir por el camino de Las Mercedes hasta el casco urbano y luego a la estación. Pero ocurrió una cosa, que nos habíamos olvidado que habíamos dejado al Cristo aguantando las nubes y debe ser que ya no podía más o que nos quiso gastar una broma, porque de repente cayó un buen palo de agua que ¡Me cago en la leche!, Tuvimos que salir corriendo a buscar refugio en el umbral de algún portón y para más recochineo, estando ahí parados al momento pasa por delante de nosotros la guagua de Las Mercedes hacia La Laguna. Desde luego ¡Qué mala suerte! Bueno pues cuando amainó un poco, seguimos bajando por la carretera y para más complicaciones a Ari le surge el dolor clásico en un costado, hicimos una mínima parada para que se recuperara y seguimos; pero cuando ya estábamos llegando al cruce con la vía de Ronda, comienza a llover fuerte otra vez. Pues cruzamos como pudimos, aunque con mucho cuidado por los coches y pudimos refugiarnos en el portón de una casa, casualmente era la casa de Nenuchi y Gregorio (buena y bonita casa). Volvió a parar y continuamos rápido para llegar a La Laguna, pero a Arí volvió a repetirle el dolor, bueno pues un pequeño descanso y respiración profunda para que se le pasara. Seguimos y ya estábamos en el cruce de Madre del Agua que cuando Ari vio la fuentecilla del camino, su atracción fatal, fue santo remedio se acabaron todos sus males. Luego atravesamos La Laguna para llegar a la estación para coger la perrera y bajar a Santa Cruz, que por cierto había bastante gente.

Sábado 23 de noviembre de 2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Domingo, 25 de mayo - Cno. de San Salvador 2025

6ª etapa:      🚶18 Kilómetros Mieres > Oviedo Mieres - La Peña - La Rebollada - El Rollu - El Padrún - Olloniego - Picullanza - Manjoya...