Nos levantamos temprano y después de tener todo preparado, a eso de las ocho y media bajamos al comedor a desayunar, pero lo primero que hicimos antes de entrar en él, fue mirar por la ventana hacia la carretera para ver como estaba el tiempo. El viento seguía soplando algo fuerte, no era tormenta y no llovía, pero ya era seguro que iba a caer una buena. Entramos en el comedor y después de darle lo buenos días a Xefe, le encargamos los bocadillos de tortilla que habíamos pactado anoche y a continuación nos sentamos a desayunar, y a desayunar bien, ¡no, que digo! a desayunar muy bien con pan casero, ¡riquísimo! Hablamos un poco del tiempo y Xefe decía que a lo mejor en la cumbre tendríamos suerte y no llovía, porque ella decía que cuando hay viento y viene del sur, éste arrastra a las nubes hacia el valle y aquí no llueve. Vamos a ver si se cumple su pronóstico.
Mientras desayunábamos, Carlos el dueño, nos explicó un poco como iba a ser el camino hasta la cima del puerto y también nos dio una tarjeta del hostal, para que en caso de que pasara algo le llamáramos, o por si necesitábamos cualquier cosa. Fue todo un detalle por su parte, gente así que se preocupen por uno, ya quedan muy pocos. Nos despedimos de todos dándoles las gracias por las atenciones recibidas y abandonamos la Venta. Fuera vemos que hace un poco de fresco, cosa natural a esa hora y en el lugar en el que estábamos, pero está todo tranquilo menos el viento que no era fuerte pero que pegaba.
Comenzamos nuestro camino ascendiendo por la carretera, no sin antes echar la vista atrás hacia el hostal, y llegando a la curva vemos el sendero que sube haciendo un giro amplio hacia la izquierda pasando frente a la venta y después sigue ascendiendo en zig zag bajo un frondoso bosque de hayas
Este es el punto donde abandonamos la carretera y comienza la subida por sendero
Una senda con ascenso en zig-zag que suaviza la pendiente
por un magnífico bosque de hayas
Abajo la carretera y la Venta de San Blas
Continuamos en ascenso siguiendo las flechas amarillas que nos guiaran en toda la ruta
Una antigua borda (refugio) en ruinas, nos marca el sendero
Caballos "potoca" pastando a sus anchas
Continuamos nuestro ascenso junto a un muro de piedras que delimita una finca
En un claro del monte vemos otra vez la carretera por el Baztán
Comienza a caer algo de chipi-chipi y el viento arreciando cosa que obliga a ponernos el cortavientos
Por la pista de tierra por un bonito lugar
Subiendo nos topamos con el pastor de estas ovejas al que le dijimos: "Parece que el temporal se está aguantando y puede que no llueva". Y mirando para el cielo dijo: "No se... Yo no estaría tan seguro...Caer va a caer"
¡Y vaya si cayó!
Íbamos rezando para que la lluvia nos dejara llegar a la ermita de Santiago
Un trozo de la antigua calzada romana que venía desde los Pirineos
Xefe la dueña del hostal y el pastor tenían razón,
amaina el viento y comienza la lluvia
Las hojas de los árboles nos hacen de paraguas
mitigando el aguacero
La lluvia comienza a ser algo más intensa
Abajo el tráfico por la nacional N-121 A, bajo la lluvia
En este punto ya perdemos de vista el Valle del Baztán
Los Rasos de Belate
Llegamos a la pradera donde se encuentra la Ermita de Santiago
punto fronterizo entre el Valle del Baztán y el Valle de Ultzama
En la ermita nos refugiamos de la lluvia durante un rato.
Desde la Venta de San Blas hasta esta esta ermita hay unos cuatro kilómetros en continuo ascensión
La antesala de la ermita es un buen refugio para la lluvia (la ermita estaba cerrada), firmamos en el cuaderno de visitas, poniendo nuestra impronta y cuando amainó un poco seguimos nuestra ruta
Baja un poco la intensidad de la lluvia y aprovechamos para ponernos en marcha hacia Lantz, ya en el Valle de Ultzama
La bajada hacia el monasterio de Sta. Mª de Belate, se hace bastante tediosa y complicada por la pendiente, la cantidad de charcos y el barro en el que se te hunden las botas
El monasterio y hospital ya se menciona en 1165, como punto de acogida de peregrinos, viandantes y pobres. En sus inicios sólo tenía cuatro camas y en verano los peregrinos recibían pan y sidra para que siguieran su camino; mientras que en invierno por las inclemencias del tiempo, algunos llegaban a quedarse varios días, sin que en ningún momento les faltase fuego, cama, ropa, pan y sidra.
Continuamos camino bajo un bonito hayedo, parecemos dos "Quasimodos" con nuestras capas, pero no nos mojamos nada. Muy cerca se encuentra el nacimiento del rio Ultzama
El pueblo de Lantz con la que estaba cayendo estaba desierto
Aquí echamos una llamada a la Venta de San Blas, donde nos contestó Xefe a la que le dijimos que la lluvia nos había cogido en la ermita de Santiago, pero que estábamos bien. Ella nos dio las gracias por llamar y nos dijo que los franceses del encargo de los bocadillos habían llegado todos enchumbados por el agua
Lantz es un bonito lugar con casas muy bien cuidadas. Es muy conocido por su carnaval rural que tiene como protagonista al bandido Miel Otxin el cual es paseado, juzgado y finalmente quemado en una hoguera.
Continuamos por la carretera y antes de entrar en la curva, la abandonamos por una pista bastante embarrada con charcos que dificulta su tránsito
Olagüe es la capital del municipio de Anué, por donde pasamos sin pena ni gloria porque no encontramos a nadie y menos con la que estaba cayendo
Donde pudimos refugiarnos de la intensa lluvia y dar buena cuenta de los bocadillos que nos había preparado Xefe esta mañana; y que pedazo de bocadillo de tortilla, con la sorpresa de que tenía embutido dentro de la misma ¡Ríquisimo y contundente!
Estampa campestre bajo la lluvia
La N121-A que va a Pamplona se cruza de derecha a izquierda
Llegando al pequeño pueblito de Etulain,
a la vista la parroquia de San Esteban
Frente a nosotros el pueblito de Burutain,
pero seguimos de largo, no llegamos a entrar en él
Luego por carretera llegamos a Ostiz con todo cerrado
En Enderiz después de pasar el rio Ultzama, subimos por una calle bastante pendiente pero no llegamos al núcleo del pueblo porque a la mitad de la subida de la calle nos desviamos para coger un sendero hacia la izquierda que va vadeando el monte para dirigirnos a Oláiz
A la vista las primeras casas de Oláiz
Al entrar en Oláiz lo primero que te encuentras es lavadero público
Olave visto desde Oláiz, al que nos costara un poco
llegar por una equivocación o un malentendido
Nuestro punto de destino final, ya pasadas las 8 de la tarde
¡Vaya día compañero!
anec5
🙈🙉🙊 Las anécdotas del día
Al llegar al pueblito de Olaiz, la ruta que estaba siguiendo nos indicaba que teníamos que ir por la línea roja para llegar al Hostal San Lorentxo. Al principio era una pista entre campos de cultivo pero luego no tenía salida y desaparecía. La ruta te hacia ir campo a través hasta la nacional para después cruzarla, algo que no tenía sentido y era algo peligroso.
Como ya se estaba haciendo tarde y no queríamos más equivocaciones, decidimos que lo mejor sería bajar siguiendo la carretera hacia Olave (color azul claro), cruzando el puente sobre el rio y por un punto más seguro atravesar la nacional y luego seguir por esta hasta llegar a nuestro destino.
Bueno pues por si esto fuera poco, al día siguiente nos dimos cuenta que cruzando el puente sobre el rio, aparece de frente un sendero (color verde) que cruza la pista y que en un santiamén te sube a Olaiz.
En fin, no las teníamos todas con nosotros
La Cena Una vez descargamos todos los bártulos de las mochilas, que del cansancio las desparramamos por toda la habitación; sin cambiarnos ni nada bajamos al restaurante a cenar algo. El restaurante es uno de esos de carretera, que en su carta ofrece comida casera sencilla que no estaba nada mal, salvo por una cosa. Nuestra cena fue un poco rara, de primero había, entre otras cosas, un plato de habichuelas con judías y papas guisadas que estaba calentito, y que nos sentó muy bien, no se si era por el hambre que arrastrábamos; luego de segundo Merci pidió pollo asado (yo no soporto el pollo) y para mi conejo en salsa, los dos con papas fritas; pero resultó que mi plato venía frio como las patas de un muerto, así que llamé al camarero y le pedí por favor que me lo calentara de nuevo porque estaba frio, hasta aquí bien, lo que pasó es que en el camino de vuelta a la cocina, veo que el camarero pasa la mano del revés por encima de mi plato tocando la comida, supongo que para comprobar si era cierto lo que yo decía, me quede sorprendido por esa acción. Cuando el camarero regreso me fijé que el contenido era otro, mejor y más abundante, pero no me gustó mucho su sabor y no pude comérmelo todo; luego de postre nos trajeron yogurt y flan con nata.
De ahí nos subimos a la habitación y por el cansancio acumulado del día nos fuimos derechitos a la cama sin recoger lo que estaba tirado, y la televisión solo la vimos para la predicción meteorológica.
¡Nos quedamos tiesos enseguida!
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